10 feb 2017

Curiosidades, Historia e Información del pueblo







Fachada antigua

































LOS PUEBLOS (ALLOZA)
Andorra Sierra de Arcos

Alloza (Turoliense)

La Construcción de los pantanos de Escuriza y Cueva Foradada

LOS CINGLAS
http://www.celandigital.com/enciclocelan-menu/la-contornada/item/nada-me-importa-los-cinglas-1974-1976

LOS MASES DE ALLOZA (l):
http://www.celandigital.com/25/index.php/portada/205-contornada/mases/549-mases-alloza

LOS MASES DE ALLOZA (ll):
http://www.celandigital.com/25/index.php/portada/205-contornada/mases/550-mases-alloza-2

HISTORIA DE ALLOZA:
http://alloza.blogspot.com/2007/12/historia-de-alloza-por-pilar-magalln.html

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                 asesinatos cometidos por los militares en la otra zona 
                     y también la consecuencia del odio acumulado contra 
                     esas personas. A donde no había llegado la República
                     con sus reformas políticas, debía llegar la guerra y la 
                    revolución con sus procedimientos armados

Demografía de Alloza en el siglo XVII y la Cofradía de Santa María la Mayor en los siglos XVII y XVIII:

Marisa Mundina Máster de Técnicas de Investigación Histórica UNED
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DEMOGRAFÍA DE ALLOZA EN EL SIGLO XVII
Introducción
Alloza es un pequeño pueblo de la provincia de Teruel, situado a 137 km de la capital, al pie de la Sierra de Arcos, a 668 m de altitud. Presenta aproximadamente 600 habitantes y limita con los términos de Andorra, Oliete, Crivillén y La Mata de los Olmos. Se trata de un pueblo fundamentalmente agrícola donde destaca el cultivo de los cereales, la viña y la oliva. Otra fuente de riqueza fueron las minas de carbón, cada vez más exhaustas, que abastecían la central térmica. Su interés histórico viene determinado de antiguo por asentamientos íberos y en época moderna por su participación en guerras carlinas bajo el mando del general Cabrera, en época contemporánea es de destacar su participación en el comunismo libertario como pueblo colectivizado. También ha sido objeto de estudio folklórico y etnológico. En el presente articulo se muestra la evolución de la población en el siglo XVII a partir de las medias decenales y la evolución estacionaria secular. Se ha escogido este siglo por tratarse de una época de crisis demográfica con numerosos acontecimientos coadyuvantes como la expulsión de los moriscos, las pestes del  o la guerra con Francia. En segundo lugar, por existir pocos estudios sobre este siglo en comparación con el XVIII, por ejemplo, y, finalmente, por tener la oportunidad de acceder al listado completo de los registros de bautismos, matrimonios y defunciones para
este siglo en la parroquia de la Purísima de Alloza. Por otra parte, por su aún destacada contribución a la religiosidad popular (forma parte de la ruta del tambor de Semana Santa, por ejemplo) se ha permitido completar este estudio con el de la cofradía formada a inicios del siglo XVIII en la misma parroquia, cuyos libros han permanecido hasta ahora inéditos y pueden resultar de interés para el estudio de la religiosidad popular del Bajo Aragón en dicha centuria.
Fuentes de información: el archivo parroquial de Alloza
A partir del Concilio de Trento (1545) tenemos en las parroquias una gran fuente documental proveniente de los libros sacramentales o quinque libri: bautismos, matrimonios, defunciones, confirmaciones y cumplimiento pascual. El Registro Civil no aparecerá hasta el siglo XIX; por ello resultan de gran importancia su conservación y estudio. El archivo se encuentra en el despacho del rector de la parroquia en un armario cerrado bajo llave que consta de los siguientes volúmenes: ·1: Bautismos, Confirmaciones, Matrimonios y Defunciones (1559-1606). ·2: Bautismos (1607-1685), Matrimonios (1606-1691) y Defunciones (1606-1691). ·3a: Bautismos (1686-1736). ·3b: Matrimonios (1691-1737), Defunciones y Confirmaciones (1692-1736). ·4a: Bautismos y Confirmaciones (17371781). ·4b: Matrimonios y Defunciones (17371781).
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·5a: Bautismos (1781-1808), Estado de Almas (1782-1808). ·5b: Matrimonios y Defunciones (17851808). ·6a: Bautismos (1809-1851). ·6b: Matrimonios y Defunciones (18091851). ·7: Matrimonios (1852-1883) ·8: Defunciones (1881-1894).
Los volúmenes que faltan fueron destruidos durante la Guerra Civil aunque gracias al Registro Civil han podido ser rehechos, existiendo sólo un pequeño vacío para las últimas décadas del siglo XIX. Además de los quinque libri podemos encontrar también: ·Libro de la Cofradía de Santa María la Mayor (que analizaremos en el siguiente apartado del articulo). ·Libro de cuentas de la cofradía del Santísimo. ·Celebración, beneficiós y capellanías (1884). ·Libro de dotación de la Iglesia de Alloza (1778). ·Libro de visitas parroquiales.
Los libros sacramentales se presentan en grandes volúmenes tamaño folio a excepción de los volúmenes del 1 al 4, que presentan un tamaño mayor. Las hojas muestran el paso del tiempo y están encuadernados en piel. El número de foliatura se marca en la parte superior derecha.
Evolución demográfica de Aragón en el siglo XVII
A inicios del siglo XVII, Aragón cuenta con unos 325000 habitantes, según el censo de 1650, que nos da un número de 70737 fuegos. Comparado con el censo de Campoflorido, se observa una tendencia a la baja que solo se recuperará hacia las décadas de los 70 y 80 de la centuria que nos ocupa. Las causas de esta regresión demográfica parece que fueron debidas a la expulsión de los moriscos (se expulsó hasta un 15-20% de la población) y una difícil repoblación que no volvería al nivel conseguido en el año 1610 hasta bien entrado el siglo XVIII. Por otra parte, las alteraciones meteorológicas también tuvieron graves repercusiones en las cosechas. Las sequías y las cosechas deficientes se dieron con más frecuencia que en el siglo XVI. Especialmente las de los años 1614-1615 y 1629-1631, que fueron acompañadas por enfermedades infecciosas que supusieron una importante pérdida de población. A mediados de siglo las plagas de langosta y «garrapatillo» y las lluvias excesivas en primavera y verano también supusieron un perjuicio para las cosechas aunque se consiguió acabar con la peste de 1648. Además, entre los años 1640 y 1652 llegarán los tercios de Felipe IV que se dirigirán hacia Cataluña, con las repercusiones que esto supondrá: pillajes, saqueos... También es de destacar la aportación en hombres que Aragón hizo a las tropes españolas, más de 10000 en los años 1640-1646. A partir de 1670 la población irá recuperándose pero su evolución se verá
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■ Evolución de los matrimonios
Tabla 2 Medias decenales de matrimonios en Alloza en el siglo XVII
■ Evolución de las defunciones
Tabla 3 Medias decenales de defunciones en Alloza en el siglo XVII
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interrumpida por la Guerra de Sucesión del 1700.
Evolución demogràfica de Alloza en el siglo XVII
Para estudiar la dinámica de la población de Alloza durante el siglo XVII haremos referencia a los datos obtenidos en el estudio de los quinque libri correspondientes. Se han estudiado 4110 bautismos, 1032 matrimonios y 1886 defunciones correspondientes al período 1600-1699. A continuación se presentan en tablas los datos obtenidos respecto a las medias decenales de nacimientos (falta el año 1607), matrimonios y defunciones (falta el año 1605):
■ Evolución de los bautismos
Tabla 1 Medias decenales de bautismos en Alloza en el siglo XVII
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■ Evolución del crecimiento vegetativo
Tabla 4 Medias decenales de crecimiento vegetativo en Alloza en el siglo XVII
Según la tabla decenal de nacimientos observamos tres puntos de inflexión en: · 1610-1619, con un máximo de nacimientos. · 1620-1629, con un mínimo de nacimientos. · 1630-1639, con un nuevo máximo de nacimientos. A partir de este año la natalidad se mantendrá estable. En cuanto a las medias decenales de matrimonios apreciamos cuatro puntos de inflexión: · 1610-1619, con un mínimo de matrimonios. · 1620-1629, con un máximo de matrimonios. · 1660-1669, con un mínimo de matrimonios. · 1680-1689, con un máximo de matrimonios que vuelve a decaer en la década siguiente.
Parece lógico observar que tras una elevada etapa de matrimonios encontremos un elevado número de nacimientos, como así reflejan los datos estudiados, excepto para 1680-1689, en que un número elevado de matrimonios coincide con un número elevado de bautismos pero si observamos la decena anterior también se trata de un punto de elevado número de matrimonios que generarían este aumento de la natalidad. Ambas mitades de la centuria presentan un número muy similar de matrimonios y nacimientos. En cuanto a la mortalidad, el punto de inflexión más alto se halla en los años 1630-1639 y 1660-1669 y el más bajo en 1670-1679, volviendo a aumentar la década siguiente y manteniéndose constante. En cuanto a la muerte de niños menores de 5 años o albados, se sitúa en tan solo un 2% siendo más importante en las dos últimas décadas del siglo, quizás por ser más estrictos en la anotación de estos casos, ya que, en realidad, el número de muertes totales (por adultos principalmente) es ligeramente mayor en la primera parte del siglo que en la segunda probablemente debido a la crisis de mortalidad que afectó en los años 30 en la zona debido a la peste milanesa y las males cosechas acaecidas. Sin embargo, estas crisis de mortalidad parecen no reflejarse en el crecimiento vegetativo de la población, ya que los nacimientos y el ingreso de población son siempre superiores a su egreso (excepto en los años 1931-1932 y 1941, en que su crecimiento vegetativo es negativo), mostrando, en realidad, un gran número de nacimientos anuales en la zona que representa la ganancia de dos nue
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vas almas por la pérdida de una a lo largo de toda la centuria que nos ocupa. Aun teniendo en cuenta que probablemente los albados no han sido correctamente inscritos en la primera mitad de la centuria, el saldo es notable: una población en crecimiento constante. A continuación estudiaremos el movimiento estacional de las tres variables que nos ocupan: En invierno encontramos un 29,14% de bautismos y en primavera un 26,46%. Por tanto, las estaciones con menos bautismos son el otoño, con un 23,1%, y el verano, con un 21,16%. Los momentos en que más número de concepciones encontramos son en abril (máximo), mayo, junio y julio. Los mínimos coinciden con los meses de octubre y noviembre (mínimo); los motivos pueden ser laborales: la recogida de la viña y de la oliva hacia final de año. También podemos calcular el porcentaje de distribución de sexos por bautismo. Calcularemos la tasa de masculinidad: (1658 varones / 4110 nacimientos) *100 = 40,4%. Por tanto, parece ser mayor el porcentaje de féminas que de varones, casi de un 60%. También podemos hacer referencia a la tasa de ilegitimidad que también en
contramos representada en esta población: (4/4110)*100 = 0,097%. Un 1% de la población, integrado por féminas, excepto en un caso, que no podemos averiguar debido a que la partida de nacimiento era prácticamente ilegible, correspondiéndose con los meses 6/1637, 9/1638, 12/1646 y 8/1672. En cuanto al movimiento estacional de los matrimonios podemos observar la influencia de factores religiosos y laborales, ya que se dan los mínimos en marzo (Cuaresma), julio y agosto (recogida del cereal) y diciembre (recogida de la oliva). Estos mínimos determinan los máximos previos en febrero, mayo y noviembre. También podemos observar el estado civil de los contrayentes, esta información solo aparece a partir de 1616 y destacando largamente el matrimonio entre solteros, seguido del matrimonio entre viudos y viudo-soltera, viuda-soltero, como observamos en los cálculos siguientes: 1032-142=890, ya que hasta 1616 no conocemos sus estados civiles. · (729/890)*100 = 81,9% entre solteros · (77/890)*100 = 8,7% entre viudos · (51/890)*100 = 5,7% entre viudo y doncella. · (41/890)*100 = 4,6% entre viuda y mancebo.
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Tabla 4 Análisis del movimiento estacional de bautismos y concepciones
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Para diferenciar entre una crisis de mortalidad y una crisis demográfica debemos observar, además de un aumento de la mortalidad, una disminución en el número de bautismos y matrimonios. La etapa de los años 30, caracterizada por una fuerte mortalidad, coincidiendo con la peste milanesa, mantiene e incluso presenta algun máximo en el número de nacimientos y matrimonios, de manera que no podemos hablar de crisis demográfica sinó de aumento de la mortalidad debido a esta enfermedad. Además, si comprobamos la composición de estos matrimonios observamos un ligero aumento de los matrimonios entre viudos respecto al resto de los años como en los años 1626-1645, 1656-1665 y 1686-1695, debido a la peste milanesa de los años 30 y a las malas cosechas y sequía de los últimos años del siglo. A partir del año 1616 se empieza a señalar también la procedencia de los novios si son de fuera de la localidad. En realidad, no existe un importante movimiento de población; la gran parte de población inmigrada que hemos observado procede de un radio de 10 km a la redonda, normalmente hombres que se desplazan para contraer matrimonio en el pueblo de origen de la mujer, siendo el porcentaje de matrimonios donde am
bos contrayentes pertenecen a la misma parroquia, Alloza, de un 83%. Analizamos ahora el movimiento estacional de las defunciones. El estudio de la mortalidad nos muestra que el invierno es la estación en que más defunciones se producen probablemente debido a la dureza de las condiciones climáticas. A partir del máximo de febrero, la mortalidad se mantiene relativamente constante hasta el mínimo de agosto al que sigue un máximo en septiembre y una nueva estabilización de las defunciones. Para el conjunto del siglo XVII tenemos, pues: Tasa de mortalidad masculina = (934/1886)*100 = 49,5% y por tanto la de mortalidad femenina algo superior, 50,5%.
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Tabla 5 Análisis del movimiento estacional de la defunciones
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Conclusiones
La expulsión de los moriscos de la Corona de Aragón no parece tener especial repercusión en el pueblo de Alloza excepto por la ligera disminución de matrimonios en esta década (dificultades de repoblamiento y/o migración) juntamente con el aumento de nacimientos (hijos como fuerza de trabajo) para paliar la desaparición de mano de obra que debe ser reemplazada. A pesar de las crisis epidémicas y de subsistencia que llegaron a Aragón en este siglo, parece ser que el pueblo de Alloza las superó plenamente debido a una alta tasa de natalidad y también a la ausencia de registros de mortalidad infantil que no figuran en el registro hasta finales del siglo XVII. Haremos un repaso de los principales hechos que pudieron influir en la demografia de este pueblo: La peste milanesa de 1631-1633 nos presenta dos años con crecimiento vegetativo negativo 1631 y 1632, recuperándose en el 33 y hasta 1641. La nupcialidad se mantiene estable o baja muy ligeramente y los nacimientos también, lo que nos indica que se trata de una crisis
de mortalidad, no demográfica. En los años 1641-1650 encontramos de nuevo un crecimiento vegetativo negativo. Las malas cosechas y la llegada del ejército, como se documenta en algunes defunciones de la parroquia, deteriora la situación que se había recuperado. Nos hallamos pues, nuevamente, ante una crisis de mortalidad, ya que el resto de las variables se mantiene. A partir de 1660 y hasta el 1669 encontramos un nuevo período de mortalidad elevada acompañado de baja nupcialidad y el de menor natalidad para toda la centuria, probablemente como últimas consecuencias de los problemes anteriormente explicados y alteraciones del orden público (rebelión del Duque de Híjar). A partir del 69 se inicia la recuperación demográfica y hacia el final de siglo llega una nueva crisis de poca repercusión debido a la sequía y la crisis agraria de final de siglo. En resumen, a pesar de crisis y epidemias, Alloza parece superar estos contratiempos gracias a una elevada tasa de natalidad (debemos tener en cuenta, sin embargo, que no disponemos de las tasas de mortalidad infantil).
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COFRADIA DE SANTA MARÍA LA MAYOR DE ALLOZA
El Libro de Ordenaciones de Santa María la Mayor de Alloza data del año 1725, aunque en su interior se revela su origen en tiempo inmemorial y se da noticia de la pérdida de las constituciones originales, sustituidas por las presentes, y confirmades por la Bula de Benedicto XII (16 Mayo 1725) que aparece en latín y traducida1, para que los miembros de la cofradía «logren perdón de sus culpas y lleguen con mayor facilidad a conseguir premio de eterna gloria en la bienaventuranza», finalidad común a todo este tipo de asociaciones. La segunda parte del libro, «Libro y memoria de los confadres de la Confraria Mayor del Lugar de Alloza», se inicia en el año 1700 con la mención de los 447 cofrades que componían la agrupación ese año y finaliza en el año 1777, a partir del cual ya no disponemos de información sobre la cofradía. La Regla y ordenaciones de la cofradía se redacta el 10 de agosto de 1725 y es aprobada por el vicario general de Zaragoza el 24 de agosto del mismo año con excepción de algunas ordenaciones referentes a comidas de cofrades que podrían acabar en excesos, aunque en la visita pastoral de 19 de enero de 1727, son restablecidas de nuevo si se comes in excessos «porque sinó, el número de las personas no aumenta». Otro aspecto que hay que destacar de la cofradía de Santa María la Mayor es la fusión en ella de cofradías más pequeñas: «la cofradía de los gloriosos San Blas y San Antonio Abad, de la Santa Ana y Santa Barbara de el presente lugar
de Alloza», lo que comporta la concentración de personas y bienes, en una forma de conseguir mayor control por parte de la Iglesia y del Ayuntamiento de esta cofradía y sus beneficios. Además, la fundación de esta cofradía bajo la advocación de la Virgen María coincide con el interés de la Iglesia y determinadas órdenes de extender el culto mariano. No en vano aumentan en el siglo XVIII las cofradías dedicadas a Ntra. Sra. del Rosario, que promueven su rezo y con él, el culto a María. La visita pastoral del 23 de junio de 1761 realizada por el Sr. Dn. Juan Lario y Sancís, obispo de Letta y visitador del arzobispado de Zaragoza, introduce algunas variaciones en las ordenaciones de la cofradía a fin de «extinguir las muchas discordias y notables disensiones que se han originado entre el Capítulo eclesiástico y el ayuntamiento de este pueblo y el Capítulo de la Cofradía de Nuestra Señora la Mayor (....) y para mantener la paz y la armonía entre los citados tres Cuerpos». Las nuevas resoluciones se resumen en ocho, que se comentarán en los apartados correspondientes que siguen a continuación.
Gestión y gobierno La gestión y el gobierno de la cofradía eran responsabilidad de los priores, de los mayorales y del consejo (ord. 1 y 2). Todos estos cargos eran renovables anualmente, el día posterior a la fiesta mayor, siendo seleccionados por la Junta General de la Cofradía2, que reunía a los priores, mayorales, al consejo y al secretario (Ord. 2). Una vez escogidos los priores y mayorales, éstos escogían al Consejo, con la peculiaridad de que este
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cargo era vitalicio para alguno de los consejeros como el rector o el alcalde (Ord. 1). Además, se podía pertenecer a más de una cofradía y ostentar diferentes cargos en cada una. Así, por ejemplo, Lamberto Pérez aparece como oficial del Santísimo Sacramento de la Minerva en Alloza de 1725 a 1728 y como prior de Santa María la Mayor en 1731 y Miguel Galve también es oficial del Santísimo Sacramento de 1726 a 1731 y es prior en Santa María en 1727. En el plano económico, los priores y el secretario parecen ser los responsables de los ingresos y gastos de la cofradía (Ord. 2 y 19), no habiéndose hallado ningún libro de cuentas de la agrupación. En cuanto a los mayorales, eran los encargados de servir las comidas (Ord. 17), de cobrar los escotes (Ord. 20), de repartir las veles y paños en los entierros (Ord. 25), de recoger leña para la hoguera (Ord. 26) y el tercer mayoral era también el encargado de recoger limos nas para los pobres y necesitados (Ord. 24). Otros cargos eran los de pregonero (Ord. 6) que anunciaba la hora del entierro del cofrade con su campanilla, y los predicadores (Ord. 4), que, junto al prior, se encargaban del servicio eclesiástico los días festivos en que eran requeridos.
En el año 1761, el organigrama se reduce a un consejo de 6 miembros, introduciéndose una nueva resolución por la cual los alcaldes, regidores o síndicos procuradores no pueden ejercer el cargo de mayoral, ya que se trata de cargos honoríficos, y si pagan el doble de la cuota de entrada pueden ser eximidos del cargo de prior.
Administración económica Los ingresos de la Cofradía de Santa María la Mayor, según se deduce de las ordenaciones, procedían en su mayor parte de las cuotas establecidas para los cofrades, de las multas impuestas, de los escotes y de las limosnas que pudieran recibir (en especies: cera3 o en metálico). Se desconoce si disponían de bienes muebles o inmmuebles, aunque parece que sí, según se deduce a continuación:
Cuota de entrada A la hora de pagar los derechos de entrada, no existe un tratamiento diferente entre hombres y mujeres; ambos deben pagar «la caridad de su ingresso nuebe reales de plata» y «cinco reales en su muerte» (Ord. 9). Únicamente en las constituciones de 1761 aparece la posibilidad de pagar una cuota doble de entrada para evitar asumir los cargos oficiales de la cofradía.
Cuota de salida Las salidas voluntarias de la cofradía (ni por defunción ni por exclusión) no
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se dan con frecuencia o no son registradas; únicamente en el año 1729 se anota la salida de dos cofrades. Se ignora si existía algun tipo de impedimento o multa para evitar estas salidas, como se observa en otras cofradías4.
Escotes El pago de los escotes era la forma de solventar los gastos de las dos comidas anuales que celebraba la cofradía (Ord. 13). Al día siguiente de la fiesta principal se establecía la cantidad a pagar, sin posibilidad de descuentos (Ord. 19 y 21) y antes de ocho días un cofrade representante de los seis de cada mesa debía entregar el importe total al prior (Ord. 20). Este escote era pagado por todos los cofrades, incluso los ausentes (Ord. 15); solo podían liberarse del pago los enfermos y los mayores de 70 años, que no podían asistir a las comidas y sólo pagaban lo impuesto por el gasto de cera, las misas (Ord. 14), y los oficiales de la cofradía (Ord. 22).
Multas Las multas se imponían por no asistir a determinados cultos (Ord. 6), por faltar al respeto a algun oficial de la cofradía (Ord. 16). La multa más elevada se debía a hacer disminuir el patrimonio de la cofradía (Ord. 10) y normalmente se pagaban en cera.
Otros ingresos También existían ingresos de carácter extraordinario para determinadas obras benéficas como socorrer un «pobre cofrade vergonzante»(Ord. 24).
Gastos Cabe destacar, como en otras cofradías: - Los paños y la cera que ardía en los entierros (Ord. 5 y 11), misas (Ord. 12) y días festivos (Ord. 12 y 25). - Los derechos de la Iglesia por estos conceptos (Ord. 3). - Los derechos del cura y los predicadores (Ord. 4). - Las comidas y refrescos (Ord. 14, 15, 19, 20 y 21). - El socorro a los pobres (Ord. 24) o al hospital5 (Ord. 5).
Bienes A partir de las ordenaciones y a pesar de no disponer de ningún documento de cuentas o de dotación de la cofradía, podemos saber que existe un pequeño patrimonio mueble consistente en la luminaria mínima a traspasar (Ord. 10), los paños para el entierro (Ord. 5 y 11), los vestidos de fiesta de los oficiales y otros instrumentos como la campanilla del pregonero (Ord. 16). En cuanto a bienes inmuebles en las ordenaciones 13 y 28 se hace referencia a la celebración de las comidas en «las casses llamadas de la cofª» y a un «hospital» (Ord.5), de lo que se deuce que o bien se trataba de locales cedidos por el Ayuntamiento o algún cofrade o la Iglesia o podría tratarse de bienes raíces, a pesar de ser de una pequeña comunidad rural.
Admisión de cofrades Se trata de una cofradía mixta, sin límite numérico, aunque las mujeres no ejercen cargos de responsabilidad y sólo acceden como esposas o viudas, tal y como revela el «Libro y memoria de los
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confradres de la Confraría Mayor del Lugar de Alloza». En este libro se observa que los ingresos se suelen hacer por matrimonio y sólo en algunos casos se observa el ingreso de una mujer viuda (año 1703). Se ignora, por tanto, si las jóvenes podían ingresar en virtud de la ordenación 5 ya que no especifica género y no se ha observado el ingreso de ninguna «moza», sí en cambio el de «mozos»6 (año 1745). Tampoco existen trabas respecto a estamentos oficiales u oficios, quizás ciertas ventajs como la posibilidad de ser eximido del cargo de prior a los empleos honoríficos en las ordenaciones de 1761, pero ni tan solo en el libro de cofrades figuran diferencias en el título de los admitidos que presentan mayor posición social. Únicamente se hace referencia, en este mismo año, a cinco matrimonios que pagan el doble para eximirse de estos cargos oficiales. El origen geográfico tampoco es motivo de exclusión; así, a partir de 1710 aparecen referencias a personas de pueblos aledaños como Andorra o Foz Calanda... La pertenencia a otra cofradía, como ya hemos comentado anteriormente, tampoco supondría ningún problema para ingresar en esta cofradía. Por otra parte, cabe señalar que el año 1703 se admite como cofrades a tres difuntos y en el 1705 a dos más, para recibir Santa Sepultura y se les recuerde en las misas anuales por la salvación de su alma. A patir de esta fecha no se observan más admisiones de estas características y menos aún a partir de 1725, en que las ordenaciones de la cofradía establecen esta prohibición (Ord. 8).
El límite de admisión se encuentra en la calidad humana del aspirante a cofrade. Ello significa que debe demostrar su honestidad y limpieza de sangre (Ord. 7): «ni officio reputado por vil en la República, ni infamados por la Justicia secular, ni castigados por el Sto. Officio de la Inq.». Además, el comportamento en el seno de la cofradía debe ser modélico ya que una falta grave o de desobediencia hacia lo priores o mayorales puede acarrear su expulsión (Ord. 18).
Evolución y aumento numérico En 1700 se relacionan 447 miembros de la cofradía que en 1727, tras la aprobación de la Bula Papal y la confirmación de que se volverán a celebrar los ágapes festivos, aumenta considerablemente hasta 1757 y 1761, en que, tras una etapa de recambio generacional, y gracias a la aprobación de nuevas resoluciones que solucionan conflictos que parece existían, vuelve a crecer.
Funciones de la cofradía La función prioritaria de las cofradías es la de dirigir la religiosidad popular por cauces de acuerdo con la ortodoxia eclesiástica imperante. Esta expresión se lleva a cabo mediante misas, fiestas, procesiones, convites y la celebración de entierros y sufragios por el alma del hermano cofrade difunto. Entre sus obligaciones principales se encuentra la de la solidaridad fraterna, que se demuestra en el momento de la defunción de un hermano cofrade y en el ejercicio de la limosna. A cambio, la cofradía ofrece el perdón de las indulgencias.
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Defunción de un cofrade Los cofrades se asisten mútuamente en su lecho de muerte, se encargan de los funerales y entierros y rezan regularmente por el descanso del alma de los hermanos difuntos. No sólo es enterrado como cofrade aquel que lo ha sido en vida, sino también los hijos adultos de los cofrades aunque no lo sean, si pagan una cantidad estipulada (Ord. 5) y los pobres que mueren en el hospital mencionado, haciendo gala de esa función socio-caritativa característica de las cofradías. La muerte del cofrade es anunciada por el pregonero con una campanilla, siendo obligatoria la asistencia de todos los hermanos (Ord. 5,6 y 8), a quienes el mayoral o el prior proporcionaran las velas y paños necesarios para el entierro. Se desconocen los rituales realizados, probablemente los propios de la época, destacando la utilización de velas o cera sin límite alguno (Ord. 11) y el porte del cuerpo del difunto por sus hermanos en procesión hasta su entierro. Además, se realizan sufragios anuales por el alma de los cofrades, muchas veces dispuestos en el testamento junto con una cantidad en especies o en metálico y, en especial, en el Aniversario General, en que se nombraba a todos los difuntos del año (Ord. 25). Se garantizaba pues, no sólo la salvación del alma del difunto sino también el mantenimiento y recuerdo de su memoria.
Ejercicio de la limosna La limosna se ejercía cuando era requerido por el prior para la ayuda al más necesitado y en las misa (Ord. 5).
Misas Las misas (Ord. 3,4) eran oficiadas por el prior eclesiástico y se realizaban todos los sábados al amanecer con gasto de cera (Ord. 12 y 15). Debido a la fusión con otras cofradías, también se realizaban misas especiales los días 17 de enero (San Antonio Abad), 3 de febrero (San Blas), 15 de agosto (Santa Ana y Ascensión de la Virgen; incluía jubileo), 4 de diciembre (Santa Bárbara con  procesión a la ermita y jubileo), Dominica infraoctava de la Natividad de la Virgen y lunes posterior (fiesta principal de la cofradía, que debería recaer en el 8 de septiembre). El total de misas a realizar era de 60, las restantes se hacían durante el tiempo de la trilla a la hora más conveniente en la capilla de San Blas y Santa Bárbara.
Fiesta principal La fiesta principal integraba misa con sermón y la consecución de la indulgencia plenaria si confesaban y comulgaban. No se menciona si había oficios de vísperas o procesión previas; en cambio, según las ordenaciones 12 y 25, parece ser que había un importante gasto de luminaria (25 velas blancas en el altar y también para los cofrades). Tras el oficio religioso se procedía a la comida fraternal que se realizaba en las casas de la cofradía donde se reunían en mesas de seis en seis, presidiendo el ágape el prior con ropa festiva: capa y bonete. El convite debía ser respetuoso (bajo pena de multa o expulsión de la cofradía) y sin excesos (visita pastoral 1727). Los mayorales y los cofrades nuevos servían las mesas y un cofrade escogido por el prior recogía el escote correspondiente a cada
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uno de los cofrades y que debía ser entregado antes de ocho días. En el lunes posterior a la fiesta principal, se procedía a la elección del nuevo gobierno de la cofradía y la cuentas se pasaban 15 días después de la fiesta. Se menciona también el ofrecimiento de un refresco a los reunidos en la Junta General el día del traspaso de cuentas entre el prior saliente y el entrante (Ord. 28). Destaca también el día de la fiesta de San Antón. Algunos estudiosos de las cofradías señalan la característica común de la celebración de los santos de invierno con hogueras; es el caso de la fiesta de San Antón organizada por la cofradía del mismo nombre de Calatayud7. En Alloza, la ordenación 26 establece la hoguera para la celebración de la fiesta de San Antón, en un ritual de reminiscencias paganas que se debía celebrar la víspera de la festividad, para el día siguiente celebrar la ceremonia religiosa (Ord. 12 y 25).
Prohibiciones y control de la Iglesia El control de la Iglesia sobre las cofradías se intensificó a partir del Concilio de Trento. Sin embargo, la época de mayor rigorismo religioso8 fueron los siglos XVII y XVIII, especialmente este último, según algunos autores9. Cabe destacar la prohibición de ágapes para evitar disturbios y gastos innecesarios, pero estos tuvieron que volver a ser reintroducidos para soslayar la pérdida del control de los creyentes que abandonaban la cofradía.
Conclusiones Tal y como afirma acertadamente Barreiro Mallón, el estudio de la religiosidad a través de los Libros de Ordenanzas, en este caso, y de Cuentas permite adentrarnos en una realidad diaria donde: a) La lucha de la Iglesia y el Estado por el control de las cofradías conducirá a depuraciones, reduccions y fusiones de las mismas (caso de Santa María la Mayor) tanto a nivel general como local (monopolio del ayuntamiento: «Si alguno del Ayuntamiento no fuera cofrade, no tanga voto», resolución adoptada en 1761 en la cofradía). b) El destino de los fondos indica que el objetivo principal eran las celebracions festives, especialmente los ágapes, y en el plano religioso la luminaria y la atención al alma del difunto. Santa María la Mayor era una pequeña cofradía rural sin capilla propia y adscrita a la parroquia del pueblo de Alloza, presentaba su actividad solapada a la de otras cofradías como la de la Minerva y agrupaba a gran cantidad de la población. Prevalece quizás la concepción festiva y social de la celebración, ya que a este tema se dedican de la 12 a la 30 ordenaciones que conforman la Regla, hecho que se confirma también por el aumento en el número de cofrades cuando se reintroducen los ágapes en el año 1727. Sin embargo, el interés demostrado por la muerte y su buen final muestra una inclinación religioso-benéfica atribuible quizás al temor existente ante este tránsito desconocido y el temor a la no-salvación del alma más que a un sincero sentimiento religioso de amor a Dios.
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En definitiva, la cofradía de Santa María la Mayor, de la cual se pierde noticia hacia el 1777, constituye una forma más de expresión de la religiosidad popular de Alloza impregnada de un gran sentido de sociabilidad y respeto a la muerte.

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